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Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 76
Lo que me apetecia era que llegara la tia Sally y me diera la paliza para acabar con el asunto, si queria, y me dejara marcharme a decirle a Tom como habiamos exagerado todo y en menudo avispero que nos habiamos metido, de forma que pudiesemos dejar de hacer el tonto y largarnos con Jim antes de que a aquellos palurdos se les acabara la paciencia y se nos echaran encima.
Por fin llego y empezo a hacerme preguntas, pero yo no podia contestarlas a derechas y no sabia que decir, porque aquellos hombres estaban tan nerviosos que algunos querian empezar inmediatamente y lanzarse encima de aquellos bandoleros, porque como decian no faltaban mas que unos minutos para la medianoche, mientras otros trataban de frenarlos y esperar a que llegara el balido; mientras tanto, alli estaba la tia Sally venga de hacer preguntas, y yo todo tembloroso y a punto de desmayarme de miedo que tenia, y cada vez hacia mas calor y la mantequilla estaba empezando a derretirse y a correrme por el cuello y por detras de las orejas, hasta que uno de aquellos va y dice:
—Yo estoy por ir primero a la cabana inmediatamente y agarrarlos alli cuando lleguen.
Casi me desmaye y me goteo un chorro de mantequilla por la frente. Cuando la tia Sally lo vio se puso blanca como una sabana, y va y dice:
—Por el amor del cielo, ?que le pasa a este chico? ?Seguro que tiene la fiebre cerebral y se le estan saliendo los sesos! Todo el mundo vino corriendo a ver que pasaba, ella me quito el sombrero y con el salio el pan y lo que quedaba de la mantequilla; entonces me abrazo, diciendo: —?Que susto me has dado! Y cuanto me alegro de que no sea nada peor, porque no tenemos mas que problemas, y es que las desgracias nunca vienen solas, y cuando he visto eso crei que te ibas a morir, porque imaginaba por el color que era como si los sesos se te fueran a … Dios mio, Dios mio, ?por que no me dijiste lo que habias bajado a buscar? No me habria importado. ?Ahora vete a la cama y que no te vuelva yo a ver hasta manana!
Subi las escaleras en un segundo, baje por el pararrayos en otro y busque el cobertizo en medio de la oscuridad. Casi no podia ni hablar de preocupado que estaba, pero le dije a Tom lo mas rapido que pude que teniamos que largarnos sin perder ni un minuto: ?la casa estaba llena de hombres armados!
Le brillaron mucho los ojos, y va y dice:
—?No! ?De verdad? ?Hombre, Huck, si tuvieramos que hacerlo otra vez, seguro que haciamos venir a doscientos! Si pudieramos aplazarlo…
—?Rapido! ?Rapido! —conteste—. ?Donde esta Jim?
—Ahi a tu lado; si alargas el brazo lo puedes tocar. Ya esta vestido y todo lo demas esta. Podemos irnos y dar la senal del balido.
Pero entonces oimos las pisadas de los hombres que se acercaban a la puerta y el ruido que hacian al abrir el candado y que uno de ellos decia:
—Os he dicho que era demasiado temprano; no han llegado: la puerta esta cerrada. Vamos, algunos de vosotros vais a la cabana, los esperais en la oscuridad y los matais cuando lleguen, y el resto os dispersais por ahi y poneis atencion para oirlos llegar.
Asi que entraron, pero en la oscuridad no nos podian ver y casi todos nos pisaron mientras nosotros tratabamos de meternos debajo de la cama. Pero conseguimos meternos alli y salir por el agujero, rapido pero sin hacer ruido. Jim primero, yo despues y Tom el ultimo, que era lo que habia ordenado Tom. Ya estabamos en el cobertizo y oimos las pisadas de los que andaban al lado. Asi que nos arrastramos hasta la puerta y Tom nos paro alli y se puso a mirar por la grieta, pero no veia nada de oscuro que estaba, y nos susurro que escucharia hasta que los pasos se alejaran mas, y cuando nos diera un codazo Jim tenia que salir el primero y el el ultimo. Asi que arrimo la oreja a la grieta y escucho, escucho y escucho, y los pasos seguian dando vueltas al lado todo el tiempo; por fin nos dio un codazo y nos marchamos doblados en dos, sin respirar ni hacer el menor ruido, avanzando a escondidas en fila india hacia la valla hasta que llegamos alli y Jim y yo la saltamos; pero Tom se engancho los pantalones en una astilla que habia en el tronco de arriba, asi que tuvo que tirar para soltarse, de forma que la astilla se le rompio e hizo un ruido, y cuando se dejo caer para seguirnos, alguien grito:
—?Quien va? ?Responde o disparo!
Pero no respondimos; nos pusimos en pie y echamos a correr. Entonces oimos unas carreras y un ?bang, bang, bang!, y, ?como silbaban las balas! Les oimos gritar:
—?Ahi estan! ?Van al rio! ?A seguirlos, muchachos, y soltad los perros!
Asi que se echaron a correr a toda velocidad. Los oiamos bien porque llevaban botas y pegaban gritos, pero nosotros ni llevabamos botas ni gritabamos. ibamos camino del molino, y cuando se nos acercaron mucho nos metimos entre las matas, dejamos que pasaran y luego nos pusimos detras de ellos. Habian tenido a los perros bien callados para que no asustaran a los ladrones, pero ahora ya los habian soltado y llegaban haciendo tanto ruido que era como si fueran un millon, pero eran los nuestros, asi que nos paramos hasta que nos alcanzaron, y cuando vieron que no eramos mas que nosotros y que no les ofreciamos ninguna aventura, se limitaron a saludar y salieron corriendo hacia donde sonaban los ruidos y los gritos, y nosotros volvimos a remontar hacia el rio, corriendo detras de ellos hasta que casi llegamos al molino y luego salimos entre los arbustos adonde estaba atada mi canoa, nos metimos en ella y echamos a remar como locos hacia mitad del rio, sin hacer mas ruido que el necesario. Luego pusimos la proa con toda tranquilidad hacia la isla donde estaba mi balsa y los oimos gritarse y ladrarse los unos a los otros ribera arriba, hasta que estabamos tan lejos que los ruidos fueron apagandose y desapareciendo. Cuando llegamos a la balsa, voy y digo:
—Ahora, viejo Jim, vuelves a estar libre, y te apuesto a que nunca volveras a ser esclavo.
—Y lo habeis hecho muy bien, Huck; estuvo muy bien planeado y muy bien hecho y no hay naide en el mundo que pueda hacer un plan tan complicado y esplendido como este.
Todos estabamos muy contentos, pero Tom el mas contento de todos porque le habian dado un balazo en una pantorrilla.
Cuando Jim y yo nos enteramos no nos sentimos tan contentos como antes. Le hacia mucho dano y sangraba, asi que lo tendimos en el wigwam y desgarramos una de las camisas del duque para vendarlo, pero el va y dice:
—Dadme esas tiras; lo puedo hacer yo solo. Ahora no pareis, no os quedeis por aqui, con una evasion que va tan bien. ?A los remos y en marcha! ?Muchachos, ha salido estupendo! De verdad que si. Ojala nos hubieran encargado a nosotros la evasion de Luis XVI, y entonces en su biografia no habrian escrito eso de «Hijo de San Luis, asciende al cielo»; no, senor; le habriamos hecho cruzar la frontera, eso es lo que habriamos hecho con el y ademas con toda facilidad: ?a los remos… a los remos!
Pero Jim y yo estabamos consultandonos, y pensando, y al cabo de un minuto o asi voy y digo:
—Dilo tu, Jim.
Y el dice:
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