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Твен Марк - Las aventuras de Huckleberry Finn Las aventuras de Huckleberry Finn

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оксана2018-11-27
Вообще, я больше люблю новинки литератур
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Professor2018-11-27
Очень понравилась книга. Рекомендую!
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Vera.Li2016-02-21
Миленько и простенько, без всяких интриг
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ст.ст.2018-05-15
 И что это было?
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Наталья222018-11-27
Сюжет захватывающий. Все-таки читать кни
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Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 75


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—Ya lo se, pero no te hace falta mas que un cuarto de hora para llevar la carta nonima y meterla por debajo de la puerta principal.

—Entonces, muy bien, de acuerdo; pero igual la podria llevar sin cambiarme de ropa.

—Entonces no parecerias una criada, ?no?

—No, pero de todas formas nadie va a ver lo que parezco o dejo de parecer.

—Eso no tiene nada que ver. Lo que importa es que cumplamos con nuestro deber y no nos preocupemos de si alguien nos ve hacerlo o no. ?Es que no tienes principios?

—Muy bien, no digo nada; yo soy la criada. ?Quien es la madre de Jim?

—La madre soy yo. Me pondre un vestido de la tia Sally.

—Bueno, entonces tendras que quedarte en la cabana cuando nos marchemos Jim y yo.

—No mucho tiempo. Rellenare de paja la ropa de Jim y la dejare en la cama en representacion de su madre disfrazada; Jim me quitara a mi el vestido de la negra, se lo pondra y nos evadiremos juntos. Cuando un prisionero fino se escapa, se llama una evasion. Por ejemplo, es lo que dicen siempre cuando se escapa un rey. Y lo mismo pasa con el hijo de un rey; no importa que sea un hijo natural o antinatural.

Asi que Tom escribio la carta nonima y aquella noche yo robe el vestido de la chica de color claro, me lo puse y meti por debajo de la puerta principal lo que me habia dicho Tom. Decia:

«Cuidado. Se acercan problemas. Estad muy atentos.

UN AMIGO DESCONOCIDO»

A la noche siguiente clavamos en la puerta principal un dibujo de una calavera y unas tibias que hizo Tom con sangre, y a la otra noche clavamos en la puerta de atras otro dibujo de un ataud. Jamas habia visto a una familia tan asustada. No podian haber estado mas asustados aunque la casa se hubiera llenado de fantasmas esperandolos detras de cada mueble y debajo de las camas o flotando en el aire. Si una puerta daba un portazo, la tia Sally pegaba un salto y decia «?ay!», y si caia algo, pegaba un salto y decia «?ay!», y cuando uno la tocaba antes de que ella se diera cuenta, hacia lo mismo; no podia mirar a un lado y quedarse satisfecha, porque decia que siempre habia algo detras de ella, asi que se pasaba el tiempo dandose la vuelta de repente y diciendo «?ay!», y antes de terminar de darse la vuelta se volvia a retorcer y decia lo mismo, y le daba miedo acostarse, pero tampoco se atrevia a quedarse sentada. Asi que las cosas marchaban muy bien, dijo Tom; segun el, nunca habia visto nada igual de bien. Comento que en eso se veia las cosas bien hechas.

Asi que, dijo, ?a ponerlo todo en marcha! Asi que a la manana siguiente, justo al amanecer, preparamos otra carta, y estabamos pensando cual era la mejor forma de entregarla, porque a la hora de cenar les habiamos oido decir que iban a poner a un negro de guardia en cada puerta toda la noche. Tom se bajo por el pararrayos para ver como estaban las cosas, y como el negro de la puerta trasera estaba dormido se la metio en la camisa por detras y volvio. La carta decia:

«No me traicionen, deseo ser su amigo. Hay una banda desperada de asesinos del territorio indio que van a robarles su negro fugitivo esta noche, y han intentado meterles miedo para que se queden en casa y no les molesten. Yo soy de la banda, pero me he arrepentido y quiero dejarla y volver a llevar una vida honrada y quiero traicionar sus proyectos infernales. Llegaran a medianoche exacta desde el norte, junto a la valla, con una llave falsa, e iran a la cabana del negro para llevarselo. Yo tengo que quedarme atras y tocar una corneta si veo que hay peligro, pero lo que voy a hacer es balar como una oveja en cuanto lleguen y no tocar la corneta; entonces, mientras le quitan las cadenas, ustedes pueden ir a dejarlos encerrados y matarlos cuando quieran. No hagan mas que lo que les digo yo; porque si no seguro que sospechan algo y organizan un desastre. No deseo ninguna recompensa, sino saber que he actuado bien.

UN AMIGO DESCONOCIDO»

Capitulo 40

Despues de desayunar nos sentiamos tan bien que sacamos la canoa para ir a pescar al rio, con unos bocadillos, y nos divertimos mucho; fuimos a donde estaba la balsa, vimos que estaba bien y llegamos a casa tarde para la cena, y los vimos tan asustados y preocupados que ya ni sabian a donde mirar y nos obligaron a irnos a la cama en cuanto terminamos de cenar sin decirnos lo que pasaba, ni palabra de la nueva carta, pero no hacia falta, porque estabamos mas enterados que nadie, y en cuanto subimos la mitad de la escalera y la tia Sally se dio la vuelta nos fuimos a la alacena del sotano, sacamos abundante comida, la subimos a nuestra habitacion y nos acostamos. Hacia las once y media nos levantamos y Tom se puso el vestido de la tia Sally que habia robado para irse con la comida, pero dijo:

—?Donde esta la mantequilla?

—Saque un buen pedazo —dije— en un trozo de pan de borona.

—Bueno, pues la dejaste ahi puesta; aqui no esta.

—Podemos pasar sin ella —respondi.

—Tambien podemos pasar con ella —dijo el—, asi que vuelve al sotano y traela. Despues te bajas por el pararrayos y te vienes. Voy a poner la paja en la ropa de Jim para que represente a su madre disfrazada y estar listo para balar como una oveja y largarnos en cuanto llegues tu.

Asi que se marcho y yo me fui al sotano. El trozo de mantequilla, del tamano de un puno, estaba donde lo habia dejado, asi que me fui con el trozo de pan de borona donde lo habia puesto y subi al piso principal, pero aparecio la tia Sally con una vela y yo lo meti todo en el sombrero y me lo cale en la cabeza. Cuando me vio dijo inmediatamente:

—?Has bajado al sotano?

—Si, senora.

—?Que estabas haciendo alli?

—Nada.

—?Nada!

—No, senora.

—Bueno, entonces, ?que es lo que te ha dado para bajar a estas horas de la noche?

—No lo se.

—?No lo sabes? No me digas esas cosas, Tom. Quiero saber lo que estabas haciendo ahi abajo.

—No estaba haciendo nada, tia Sally. Que me muera si no es verdad.

Calcule que ahora me dejaria marchar, y en general es lo que habria hecho, pero supongo que estaban pasando tantas cosas raras que todo lo que no fuera transparente como un cristal le ponia nerviosa, asi que va y dice, muy decidida:

—Entra ahi en la sala y quedate hasta que vuelva yo. Has ido a hacer algo que no debias y te apuesto a que me entero de lo que era antes de haber terminado contigo.

Asi que se marcho mientras yo abria la puerta y entraba en la sala. ?Dios mio, cuanta gente habia alli! Quince labradores, y cada uno de ellos con un arma. Me senti de lo mas mal, me deje caer en una silla y me quede sentado. Tambien ellos estaban sentados, algunos hablando un poco, en voz baja, y todos inquietos y nerviosos, tratando de fingir que no lo estaban; pero yo sabia que si porque no hacian mas que quitarse los sombreros y volverselos a poner, rascarse las orejas y cambiar de asiento y abrocharse y desabrocharse. Yo tampoco estaba tranquilo, pero de todas formas no me quite el sombrero.