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Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 63
Eso fue lo que hizo, y se quedo convencido, y se puso tan contento de volver a verme que no sabia que hacer. Queria enterarse de todo inmediatamente, porque era una gran aventura misteriosa, de manera que era lo que le gustaba. Pero yo le dije que dejara todo aquello para mas tarde y le dije a su cochero que esperase, y nos apartamos algo y le conte el problema que tenia y le pregunte que le parecia mejor hacer. Dijo que se lo dejara pensar un momento y no le dijera nada. Asi que se quedo pensando y pensando, y al cabo de un momento va y dice:
—Esta bien; ya lo tengo. Pon mi baul en tu carreta y di que es el tuyo; y vuelve despacito, para llegar a la casa hacia la hora calculada; yo voy a deshacer un poco de camino para volver a empezar y llegar un cuarto de hora o media hora despues que tu, y al principio no tienes que decir que me conoces.
Respondi:
—Muy bien, pero espera un momento. Queda algo mas: algo que no sabe nadie mas que yo, y es que ahi hay un negro que quiero robar para liberarlo, y se llama Jim; el Jim de la vieja senorita Watson.
Y el va y dice:
—?Como! pero si Jim ya…
Se paro y siguio pensandolo, y luego voy yo y digo:
—Ya se lo que vas a decir. Vas a decir que es un asunto sucio y ruin, pero, ?que me importa a mi? Yo soy ruin y voy a robarlo y quiero que te quedes callado y no digas nada. ?Quieres?
Se le ilumino la mirada y dijo:
—?Te voy a ayudar a robarlo!
Me quede como de piedra, como si me hubieran pegado un tiro. Aquello era lo mas asombroso que habia oido en mi vida, y tengo que decir que Tom Sawyer decayo mucho en mi estima. Solo que no podia creermelo. ?Tom convertido en un ladron de negros!
—?Bueno, vamos! —dije—. Estas de broma.
—De broma, nada.
—Bueno, pues —dije yo—, bromas o no, si oyes decir algo de un negro fugitivo no olvides que tu no sabes nada de el y yo tampoco.
Entonces el saco su baul y lo puso en mi carreta, y se marcho por su camino y yo por el mio. Pero, naturalmente, se me olvido que tenia que ir despacio de lo contento y lo lleno de ideas que estaba, asi que llegue a casa demasiado temprano para un viaje tan largo. El viejo estaba en la puerta y dice:
—?Hombre, que maravilla! ?Quien habria pensado que esa yegua era capaz de correr tanto! Ojala le hubieramos tomado el tiempo. Y no ha sudado ni una gota, ni un gota. Es una maravilla. Hombre, ahora no aceptaria ni cien dolares por esa yegua, de verdad que no, y sin embargo antes la habria vendido por quince y me habria quedado tan contento.
No dijo nada mas. Era la persona mas inocente y mas buena que he visto en mi vida. Pero no era de sorprender, porque no solo era agricultor, sino tambien predicador, y tenia una iglesita de troncos en la trasera de la plantacion que habia construido el de su propio bolsillo para que sirviera de iglesia y de escuela, y nunca cobraba nada por predicar, y la verdad era que lo hacia muy bien. Alla en el Sur habia muchos agricultores—predicadores, como el, que tambien hacian lo mismo.
Al cabo de una media hora aparecio la carreta de Tom en la puerta principal y la tia Sally la vio por la ventana, porque solo estaba a unas cincuenta yardas, y dijo:
—?Vaya, ha venido alguien! ?Quien sera? Pues parece que es un desconocido. Jimmy —que era uno de sus hijos—, ve corriendo a decirle a Lize que ponga otro plato para la comida.
Todo el mundo echo a correr a la puerta principal porque, naturalmente, no llegan desconocidos todos los anos, asi que resultan mas interesantes que la fiebre amarilla. Tom ya habia cruzado la puerta e iba hacia la casa; la carreta se volvia hacia el pueblo y todos estabamos amontonados a la entrada. Tom llevaba la ropa comprada en la tienda y tenia un publico, que era lo que mas le gustaba en el mundo a Tom Sawyer. En circunstancias asi no le resultaba nada dificil darse todos los aires que hiciera falta. No era un chico para llegar manso como una oveja; no, llegaba con calma y con aires de importancia, como un carnero. Cuando llego delante de nosotros se quito el sombrero muy elegante y muy fino, como si fuera la tapadera de una caja dentro de la que hubiera mariposas durmiendo y no quisiera molestarlas, y va y dice:
—?El senor Archibald Nichols, supongo?
—No, muchacho —dijo el anciano—. Siento decirte que tu conductor te ha enganado; la casa de Nichols esta unas tres millas mas alla. Pasa, pasa.
Tom echo una mirada por encima del hombro y dice:
—Demasiado tarde, ya no se ve.
—Si, se ha ido, hijo mio, y debes entrar y comer con nosotros, y despues engancharemos la yegua y te llevamos a casa de Nichols.
—Ah, no puedo causarles tanta molestia; ni pensarlo. Ire a pie… No me importa la distancia.
—Pero no te vamos a dejar que vayas a pie; eso no seria la hospitalidad del Sur. Pasa sin mas.
—Si, por favor —dijo la tia Sally—; no es ninguna molestia. Debes quedarte. Son tres millas largas y hay mucho polvo; no podemos dejar que vayas a pie. Y, ademas ya les he dicho que pongan otro plato cuando te vi llegar, asi que no debes desilusionarnos. Pasa adentro, que estas en tu casa.
Asi que Tom les dio las gracias con mucha animacion y cortesia y se dejo persuadir; una vez dentro dijo que era de Hicksville, Ohio, y que se llamaba William Thompson, e hizo otra reverencia.
Bueno, no dejo de hablar y de hablar y de hablar inventandose cosas de Hicksville y de toda clase de gente que se le iba ocurriendo, y yo me iba poniendo nervioso y preguntandome como me iba a ayudar aquello a salir del apuro; por fin, mientras seguia hablando, se levanto y le dio a tia Sally un beso en plena boca y despues volvio a sentarse en su silla tan tranquilo e iba a seguir hablando; pero la tia Sally dio un salto, se limpio la boca con el dorso de la mano y dijo:
—?Atrevido, maleducado!
El parecio dolerse, y va y dice:
—Me sorprende, senora.
—Te sorpre… Pero, ?quien te crees que soy? Me dan buenas ganas de agarrar y… Pero, ?que es eso de darme un beso?
El parecio encogerse, y dijo:
—No era con mala intencion, senora. No queria disgustarla, yo … yo… Crei que le gustaria.
—?Menudo idiota! —agarro el huso de la rueca y parecio que iba a darle un golpe con el—. ?Por que iba a gustarme?
—Bueno, no se. Es que… Es que… Me dijeron que asi seria.
—Te dijeron que asi seria. Pues el que te lo dijera es otro lunatico. Nunca he oido nada igual. ?Quienes te lo dijeron?
—Bueno, todo el mundo. Eso fue lo que dijeron, senora.
Ella apenas podia aguantarse, echaba fuego por los ojos y movia los dedos como si quisiera aranarlo, y dijo:
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