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Твен Марк - Las aventuras de Huckleberry Finn Las aventuras de Huckleberry Finn

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Последние комментарии
оксана2018-11-27
Вообще, я больше люблю новинки литератур
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Professor2018-11-27
Очень понравилась книга. Рекомендую!
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Vera.Li2016-02-21
Миленько и простенько, без всяких интриг
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ст.ст.2018-05-15
 И что это было?
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Наталья222018-11-27
Сюжет захватывающий. Все-таки читать кни
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Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 22


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—Bueno, pero en todo caso fue el hombre mas sabio del mundo, porque me lo ha dicho la viuda, nada menos.

—Me da igual lo que haya dicho la viuda; no era tan sabio. Se le ocurrian algunas de las ideas mas raras que he oido en mi vida. ?Sabes lo del nino que queria partir en dos?

—Si, la viuda me lo conto.

—?Pues entonces! ?No te parece la idea mas idiota del mundo? No tienes mas que pensarlo medio minuto. Ese tronco de alla, ese es una de las mujeres; ese eres tu, el otro tronco; yo soy Salamon, y ese billete de un dolar es el nino. Los dos lo quereis. ?Que hago yo? ?Voy a buscar entre los vecinos para ver de quien es el billete y darselo al dueno, como es normal, como haria cualquiera que tuviese la menor idea? No; voy y rompo el billete en dos y te doy una mitad a ti y la otra a la mujer. Eso es lo que iba a hacer el Salamon con el nino. Y lo que yo te digo: ?De que vale a naide medio billete? No se puede comprar nada con eso. ?De que vale medio nino? Yo no daria nada por un millon de medios ninos.

—Pero, dita sea, Jim, es que no entiendes nada… Dita sea, es que no te enteras.

—?Quien? ?Yo? Vamos. No me vengas diciendo a mi que no lo entiendo. Creo que entiendo lo que es sentido comun y lo que no. Y el hacer una cosa asi no tiene sentido. La pelea no era por medio nino; la pelea era por un nino entero, y el hombre que crea que puede solucionar una pelea por un nino entero con medio nino es que no sabe lo que es la vida. No me hables a mi del tal Salamon, Huck. Ya he visto yo a muchos asi.

—Pero te digo que no lo entiendes.

—?Dale con que no lo entiendo! Yo entiendo lo que entiendo. Y, enterate, lo que hay que entender de verdad es mas complicado; mucho mas complicado. Es como criaron al Salamon. Piensalo: un hombre tiene solo uno o dos hijos; ?va ese hombre a andar partiendoles en dos? No, ni hablar; no se lo puede permitir. El sabe apreciarlos. Pero un hombre que tiene cinco millones de hijos por toda la casa, ese es diferente. A ese le da igual partir en dos a un nino que a un gato. Quedan muchos mas. Un nino o dos mas o menos no le importaban nada al Salamon, ?maldito sea!

Nunca he visto un negro asi. Se le metia una cosa en la cabeza y ya no habia forma de sacarsela. Nunca he visto a un negro que le tuviera tanta mania a Salomon. Asi que me puse a hablar de otros reyes y deje en paz a ese. Le hable de Luis XVI, al que le cortaron la cabeza en Francia hacia mucho tiempo, y de su hijo pequeno, el delfin, que habria sido rey, pero se lo llevaron y lo metieron en la carcel y algunos dicen que alli se murio.

—Pobrecito.

—Pero otros dicen que se escapo y que vino a America.

—?Eso esta bien! Pero se sentira muy solo… Aqui no hay reyes, ?verdad, Huck?

—No.

—Entonces no puede conseguir trabajo. ?Que va a hacer?

—Bueno, no se. Algunos se hacen policias y otros ensenan a la gente a hablar frances.

—Pero, Huck, ?es que los franceses no hablan como nosotros?

—No, Jim; tu no entenderias ni una palabra de lo que dicen… ni una sola palabra.

—Bueno, ?queme cuelguen! ?Porque?

—No lo se, pero es verdad. He visto en un libro algunas de las cosas que dicen. Imaginate que viene un hombre y te dice «parle vu franse»; ?que pensarias tu?

—No pensaria nada; le partiria la cara; bueno, si no era blanco. A un negro no le dejaria que me llamara eso.

—Rediez, no te estaria llamando nada. No haria mas que preguntarte si sabes hablar frances.

—Bueno, entonces, ?por que no lo dice?

—Pero si es lo que esta diciendo. Asi es como lo dicen los franceses.

—Bueno, pues es una forma ridicula de decirlo y no quiero seguir hablando de eso. No tiene sentido.

—Mira, Jim; ?hablan los gatos igual que nosotros?

—No, los gatos no.

—Bueno, ?y las vacas?

—No, las vacas tampoco.

—?Hablan los gatos igual que las vacas o las vacas igual que los gatos?

—No.

—Lo natural y lo normal es que hablen distinto, ?no?

—Claro.

—?Y no es natural ni normal que los gatos y las vacas hablen distinto de nosotros?

—Hombre, pues claro que si.

—Bueno, entonces, ?por que no es natural y normal que un frances hable diferente de nosotros? Contestame a esa.

—Huck, ?son los gatos iguales que los hombres?

—No.

—Bueno, entonces, no tiene sentido que los gatos hablen igual que los hombres. ?Son las vacas iguales que los hombres? ?O son las vacas iguales que los gatos?

—No, ninguna de las dos cosas.

—Bueno, entonces no tienen por que hablar como los hombres o los gatos. ?Son hombres los franceses?

—Si.

—?Pues entonces! Dita sea, ?por que no hablan igual que los hombres? Contestame tu a esa.

Vi que no tenia sentido seguir gastando saliva: a los negros no se les puede ensenar a discutir. Asi que lo deje.

Capitulo 15

Calculamos que en tres noches arribariamos a El Cairo, al final de Illinois, donde llegan las aguas del rio Ohio, y eso era lo que buscabamos. Venderiamos la balsa y tomariamos un barco de vapor para remontar el Ohio hasta los estados libres, y ahi ya no tendriamos problemas.

Bueno, como a la segunda noche empezo a bajar la niebla y fuimos a buscar una barra de arena donde amarrar, porque era inutil seguir adelante con la niebla; pero cuando me adelante a remo en la canoa, con la cuerda para amarrar, no habia mas que unos tronquitos. Eche la cuerda a uno de ellos, justo junto al reborde de la orilla, pero alli la corriente era muy fuerte y la balsa bajaba a tanta velocidad que lo arranco de raiz y siguio adelante. Vi que la niebla se hacia mas densa y me senti tan mal y tan asustado que no pude moverme durante casi medio minuto, segun me parecio, y entonces ya no se veia la balsa; no se veia mas alla de veinte yardas. Salte a la canoa y corri a popa, agarre el remo y di una paletada, pero no se movia. Tenia tanta prisa que no la habia desamarrado. Me puse en pie y trate de desamarrarla, pero estaba tan nervioso que me temblaban las manos de forma que casi no podia hacer nada con ellas.

En cuanto logre ponerme en marcha, me puse a perseguir la balsa a toda velocidad, directamente hacia la barra de arena. Aquello estaba bien pensado, pero la barra no mediria ni sesenta yardas de largo, y en cuanto la deje atras me meti en medio de aquella niebla blanca y densa sin tener ni la menor idea de adonde iba.