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Последние комментарии
оксана2018-11-27
Вообще, я больше люблю новинки литератур
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Professor2018-11-27
Очень понравилась книга. Рекомендую!
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Vera.Li2016-02-21
Миленько и простенько, без всяких интриг
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ст.ст.2018-05-15
 И что это было?
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Наталья222018-11-27
Сюжет захватывающий. Все-таки читать кни
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Que dificil es ser Dios - Стругацкие Аркадий и Борис - Страница 37


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Rumata arrimo su sillon a la ventana, se sento comodamente y empezo a mirar hacia al ciudad. La casa del principe estaba situada en una colina, y desde ella se divisaba durante el dia toda la ciudad, hasta el mar. Pero ahora todo estaba a oscuras, y solamente se veian los diseminados grupos de luces formados por las antorchas de los milicianos, apostados en las encrucijadas, esperando la senal. La ciudad dormia o fingia dormir. ?Sabian sus ciudadanos que hoy les esperaba algo horrible? ?O estarian pensando, como el talentudo caballero, que eran los preparativos de la festividad de San Miki?

Doscientos mil hombres y mujeres. Doscientos mil herreros, y armeros, y carniceros, y merceros, y joyeros, y amas de casa, y rameras, y monjes, y prestamistas, y soldados, y vagabundos, y los pocos intelectuales que aun quedaban, estarian revolviendose ahora en sus camas con olor a chinches. Unos dormirian, otros harian el amor, otros calcularian mentalmente las ganancias, o llorarian, o rechinarian los dientes de rabia… ?Doscientas mil personas! ?Que tenian en comun aquellas doscientas mil personas para un forastero llegado de la Tierra? El que casi sin excepcion ninguno de ellos era aun una persona en el sentido actual de la palabra, sino tan solo lingotes o piezas en bruto de los que los sangrientos siglos de la historia irian tallando poco a poco el verdadero hombre, libre y orgulloso. Ahora eran pasivos, codiciosos, y extraordinariamente egoistas. Psicologicamente, casi todos ellos eran esclavos: esclavos de su fe, esclavos de sus semejantes, esclavos de sus pequenas pasiones, esclavos de su codicia. Y si por un capricho de la suerte cualquiera de ellos naciera o se hiciera senor de si mismo, no sabria que hacer con su libertad. Se apresuraria a hacerse esclavo: esclavo de su riqueza, de sus antinaturales apetitos, de sus amigos depravados y de sus propios esclavos. La mayoria de ellos no tenian culpa de nada. Eran demasiado pasivos y demasiado ignorantes. Su esclavitud se basaba en la pasividad y en la ignorancia y esta pasividad y esta ignorancia hacian a su vez que se perpetuase la esclavitud. Si todos fueran iguales seria algo desesperante. Y sin embargo serian personas, es decir, seres portadores de una chispa de inteligencia. Y esta chispa haria que constantemente, unas veces aqui, otras alla, se encendieran y prendieran en su mente las luces de un futuro increiblemente lejano pero inevitable. Aquellas luces se encenderian a pesar de todo. A pesar de su aparente inutilidad. A pesar de la opresion. A pesar de que las pisoteasen. Y a pesar de que no le hicieran falta a nadie en el mundo, y de que todo el mundo estuviera contra ellas. A pesar de que en el mejor de los casos solamente pudieran contar con un desdenoso y perplejo sentimiento de lastima.

Aquellas luces no sabian aun que el futuro les pertenecia, que el futuro era imposible sin ellas. No sabian que en aquel mundo de horrendos fantasmas del pasado ellas eran la unica realidad del futuro, que ellas eran como el fermento o la vitamina del organismo de la sociedad. Si se destruye esta vitamina se inicia el escorbuto social, se descompone la sociedad, se debilitan sus nervios, sus ojos pierden nitidez y sus dientes caen. Ningun Estado puede desarrollarse sin el apoyo de la ciencia, porque seria destruido por los Estados vecinos. Sin el arte y la cultura general el Estado pierde el sentido de la autocritica y comienza a estimular tendencias erroneas, engendra a cada paso hipocritas y deshechos sociales, fomenta en los ciudadanos el utilitarismo y la presuncion y, en definitiva, acaba tambien siendo victima de sus vecinos mas cuerdos. Se puede perseguir cuanto se quiera a los intelectuales, prohibir la ciencia, destruir el arte, pero mas tarde o mas temprano hay que hacer marcha atras y, aunque sea a reganadientes, abrir paso a todo aquello que tanto odian los zoquetes ignorantes que ansian el poder. Y por mucho que desprecien el saber, esa gente gris que detenta el poder no podra hacer nada frente a la objetividad historica, mejor dicho, podra frenarla pero no detenerla. Aunque desprecien y teman el saber, no tendran mas remedio que llegar a estimularlo para poder mantenerse en el poder. Y entonces tendran que permitir las universidades y las sociedades cientificas, tendran que crear centros de investigacion, observatorios y laboratorios, tendran que formar cuadros de hombres inteligentes y sabios, hombres que quedaran fuera de su control, hombres que tendran una psicologia completamente distinta y unas necesidades totalmente diferentes, y estos hombres no podran existir y mucho menos obrar en el antiguo ambiente de baja codicia, chismes de cocina, presuncion estupida y necesidades puramente carnales, sino que necesitaran un ambiente nuevo, un ambiente con conocimientos generales y universales empapado de afan creador, necesitaran escritores, pintores, musicos, y la gente gris que este en el poder tendra que hacer estas concesiones. Y si alguno se resiste sera barrido por un oponente mas astuto en la lucha por el poder. Pero el que haga estas concesiones cavara su propia sepultura, en contra de su voluntad, pero inevitable y paradojicamente, puesto que no hay nada tan mortal para los egoistas ignorantes y fanaticos como el desarrollo cultural del pueblo en todos los terrenos, desde la investigacion en el campo de las ciencias naturales hasta las aptitudes para comprender y deleitarse con la buena musica. Y despues viene la epoca de las grandes conmociones sociales, acompanadas de un desarrollo inusitado de la ciencia y de un proceso amplisimo de intelectualizacion de la sociedad, una epoca en que la incultura presenta su ultima batalla, que por su crueldad hace retroceder a la humanidad hasta la edad media, pero en la que es derrotada y desaparece para siempre como fuerza real en el seno de la nueva sociedad, libre de la opresion de clase.

Rumata seguia mirando fijamente la ciudad perdida en las tinieblas. En una de aquellas casas, en algun tabuco maloliente, acurrucado en un miserable catre, estaria a aquellas horas, herido y ardiendo de fiebre, el padre Tarra. El hermano Nanin velaria al enfermo sentado ante una mesa paticoja, medio borracho, y alegre y enfurecido a la vez estaria terminando de escribir el segundo tomo de su Tratado sobre los rumores, deleitandose en enmascarar con frases triviales la mas feroz ridiculizacion de la vida gris. Por algun otro lugar deambularia por ricos aposentos solitarios Gur el Escritor, sintiendo horrorizado que, pese a todo, desde lo mas profundo de su alma destrozada y pisoteada, surgian, impulsados por una fuerza misteriosa, y se abrian camino en su conciencia mundos felices fienos de personas magnificas y de sentimientos conmovedores. Y en algun otro rincon, nadie sabia como, estaria pasando aquella noche el doctor Budaj, quebrantado, acosado, de rodillas quiza, pero vivo. ?Hermanos mios!, penso Rumata, ?yo soy vuestro, somos carne de vuestra carne! Y de repente sintio que el no era el dios que protegia con sus manos a los gusanillos de luz de la razon, sino el hermano que ayuda a su hermano, el hijo que salva a su padre. «Tengo que matar a Don Reba.» «?Por que?» «Porque el mata a mis hermanos.» «No sabe lo que se hace.» «Pero mata el futuro.» «El no tiene la culpa, es hijo de su epoca.» «Es decir, ?no sabe que es culpable? Pero yo si lo se.» «?Y que vas a hacer con el padre Tsupik? Daria cualquier cosa por que alguien matara a Don Reba. ?Que vas a hacer con el? ?Por que no respondes? ?Y con los que hay aguardando tras el? Habria que matar a muchos, ?verdad?.» «No se, es posible que a muchos. Unos tras otros. Todos los que levanten la mano contra el futuro.» «Eso ya lo hicieron otros. Envenenaron, tiraron bombas, pero no consiguieron nada.» «Por supuesto que lo consiguieron. Gracias a ellos se pudo elaborar la estrategia revolucionaria.» «Pero tu no necesitas eso. Lo que tu quieres es matar.» «Si, eso es lo que quiero.» «?Y sabes hacerlo?» «Ayer mate a Dona Okana. Cuando fui a verla con la pluma blanca tras la oreja sabia que esto le costaria la vida. Lo unico que siento es que la mate inutilmente. Como puedes ver, ya casi me han ensenado incluso a matar.» «Pero eso es malo. Y ademas es peligroso. ?Recuerdas a Serguei Kozhin, George Lenny y Sabina Kruger?» Rumata se paso la mano por la frente: estaba humeda. «Si, se pone uno a pensar, a pensar, a pensar… y termina inventando la polvora.»