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Maalouf Amin - Los Jardines De Luz Los Jardines De Luz

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оксана2018-11-27
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Vera.Li2016-02-21
Миленько и простенько, без всяких интриг
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ст.ст.2018-05-15
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Наталья222018-11-27
Сюжет захватывающий. Все-таки читать кни
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Los Jardines De Luz - Maalouf Amin - Страница 30


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En Beth-Lapat, Mani fue recibido, pues, con la cortesia conveniente, pero todos estaban sobre aviso. Cuando al atardecer se instalo en la colina al pie de un arbol, un nispero, los dignatarios y, por supuesto, los magos, se colocaron en las primeras filas de la multitud mientras los soldados merodeaban por alli, por lo demas, con aire benevolente y respetuoso ante el acontecimiento que estaban presenciando.

En el preambulo, el visitante considero un deber decir hasta que punto se consideraba honrado por la confianza que le habia manifestado el rey de reyes, y cuan conmovido estaba por el recibimiento que se le habia dispensado en Beth-Lapat.

A continuacion, despues de presentar con algunas frases sus credenciales, expreso su esperanza de ver a todos los subditos del Imperio reunidos en torno a una sabiduria comun. «La misma chispa divina esta en todos nosotros, no pertenece a ninguna raza ni a ninguna casta, no es macho ni hembra; todos debemos alimentarla de belleza y conocimientos y asi conseguira resplandecer; un hombre es grande solo por la Luz que hay en el.»

Los oyentes de categoria que estaban alli intercambiaron miradas ofendidas. Ellos, que estaban orgullosos de su raza; ellos, a los que Artajerjes habia encargado que hicieran respetar la jerarquia de las castas, a fin de que cada cual mirara con veneracion a aquellos que la Providencia habia hecho nacer por encima de el y con compasion a aquellos que habia colocado mas abajo; ellos, a quienes se les habia inculcado que esa era la base del orden sasanida y de todo orden terrestre o celeste, veian como aquel medico de Babel clamaba ante ellos y, lo que era peor, ante la multitud de los subditos, ante la gente comun, zapateros, tenderos, mozos de cuerda o tejedores de alfombras, que habia que ignorar las castas e incluso despreciar la pertenencia a una raza. En otros tiempos, ese hombre habria sido arrestado desde sus primeras palabras, encarcelado, molido a palos y, quiza, decapitado. ?Pero el que hablaba asi era el emisario protegido del rey de los reyes! Renunciando a comprender, algunos notables prefirieron desaparecer silenciosamente, pero no sucedio asi con los jovenes magos, algunos de los cuales se retiraron ruidosamente y mostrando su furor.

A lo largo de sus viajes, Mani termino por adquirir una indeleble reputacion de agitador. Cada vez que tomaba la palabra, aparecian provocadores que buscaban el incidente, ingeniandose para hacerle decir las frases mas sediciosas. El mismo no evitaba la provocacion, ya que formaba parte de los instrumentos que manejaba, y aunque supo a veces mantenerla soterrada, atenuar las criticas y no arriesgarse a pronunciar las palabras que habrian sembrado la division, en cuanto se le interrogaba con un poco de insistencia, respondia, cualesquiera que fuesen las intenciones del interlocutor. Si se trataba del espiritu de raza, de las barreras de las castas, del ritual de los magos o de las divinidades celosas, hablaba sin rodeos y sin contemplaciones; y si la reunion degeneraba, el se contentaba con encogerse de hombros.

– ?Son los crujidos de la vieja piel del mundo! -decia-. Comenzare a inquietarme cuando mis palabras sean tan suaves a los oidos de los hombres como las plumas de una almohada.

Generalmente, tales explicaciones estaban dirigidas a Denagh. Ahora, ella era la persona mas cercana a Mani. Al caer el dia, cuando el hijo de Babel se tendia al pie de su arbol o cuando las inclemencias le obligaban a hacerlo bajo el techo de algun fiel, Denagh nunca estaba lejos. En la comitiva, todos podian observar que su companera le rodeaba de una ferviente atencion, todos adivinaban el lugar particular que ella ocupaba, aunque nadie sabia con certeza en que se habian convertido el uno para el otro, ni con que palabras, con que miradas o con que amistad se envolvian cuando se encontraban solos.

Por otra parte, ?quien habria tenido la audacia de preguntarlo? Un dia, Pattig intento abordar el tema con rodeos y precauciones.

– Bendito seas, hijo mio, bendito sea el dia en que la Providencia me hizo seguir tus huellas. Mi corazon se llena de alegria cada vez que oigo a las gentes celebrar tus meritos, tu vida de asceta, todas esas privaciones que impones a tu cuerpo de hombre joven.

– ?Que merito habria -le interrumpio Mani-, en privarse de un placer que no se hubiera probado?

Pattig prefirio alejarse, contentandose con farfullar una formula de bendicion para disimular. Mani ni siquiera lo habia mirado mientras le respondia, pero despues de dejarle dar unos pasos, le llamo de la manera mas respetuosa:

– ?Mar Pattig!

Su padre acudio solicito, pero solo para oir estas palabras:

– Mar Pattig, ?cuando dejaras de ser un Tunica Blanca?

El tono desenganado y la respetuosa designacion hacian la pregunta mas desgarradora a los ojos del padre, que quiso defenderse:

– Abandone la Comunidad y a todos mis hermanos para seguirte, me he arrodillado ante ti, yo, que soy tu padre, he escuchado con humildad todos tus sermones…

– Me has escuchado cada dia, mar Pattig, pero sigues hablando como un Tunica Blanca, y tus palabras me ofenden.

– ?Solo te he dicho palabras que alababan tus meritos!

– El que se impone privaciones para recibir elogios no merece ningun elogio, ya que es mas vanidoso que el peor de los corrompidos. El sabio solo ayuna para estar mas cerca de si mismo, el solo es juez, el solo es testigo. Si te privas, no lo hagas para conformarte con las exigencias de una comunidad, ni por miedo al castigo, ni siquiera con la esperanza de amontonar meritos que puedas hacer valer en otro mundo. A mis ojos, esas cuentas son sordidas.

Pattig se obligo a sonreir.

– Hijo mio, si me estas diciendo que hay que hacer el bien por el bien, sin ni siquiera esperar recompensa, tu merito es aun mayor.

Mani le miro al fin, pero con una mirada de desolacion.

– ?Me has oido alguna vez hablar del bien o del mal? ?Esas palabras pervertidas no pertenecen a mi lenguaje! Mi «Gemelo» celeste me previno. Yo dire una cosa y los hombres, incluso los mas cercanos, comprenderan otra. He dicho que en todo ser se mezclan Luz y Tinieblas, y que se necesita toda la sutileza del sabio para separarlas…

Luego respiro profundamente, como si intentara recuperar la serenidad.

– En realidad, has venido a preguntarme lo que Denagh es para mi.

Pattig, desprevenido, levanto las dos manos en un gesto de defensa. Su hijo prosiguio:

– Sus ropas dibujan los contornos de mi reino vagabundo.

Y esta vez fue Mani el que se levanto y se alejo, con un paso mas saltarin que nunca, dejando a su padre dando vueltas en la cabeza indefinidamente a esa confesion de dos caras.

Nadie mas oso interrogar al hijo de Babel sobre su companera. Ni siquiera Cloe, a quien, sin embargo, le corroia la curiosidad. La mujer permanecia en Ctesifonte para ocuparse de su familia y de los asuntos de Maleo mientras este ultimo andaba por los caminos, pero era en su casa donde Mani residia cuando pasaba por la capital del Imperio, y ella no podia evitar observarle, pensativa. ?Por que le habia afirmado el, antano, que ninguna mujer ocuparia jamas un lugar a su lado? ?Habria aparecido ella en su vida demasiado pronto? ?Le habria mentido el, simplemente por amistad hacia Maleo? Y tantas otras preguntas que la hija del griego no podia formular a nadie, apenas a si misma, y que creia desterrar de su mente mostrandose mas solicita con Denagh, pero que volvian a obsesionarla cada vez que veia a la otra mujer sentada junto a Mani y con los ojos clavados en sus labios.

Denagh. La trenza que caia sobre su pecho velaba el moreno rosaceo de su cuello inclinado. De la muchacha se desprendia una juventud sin arrogancia, una belleza sin afeites y sin espejos, pero una belleza definitiva, como el ultimo argumento de un debate. Anudada a la cintura, llevaba una gruesa banda de lana, enrollada a modo de cinturon. Una tarde, el cielo comenzo a oscurecerse y se levanto un viento fresco. Denagh se estremecio y, desatandose el cinturon, se cubrio los hombros con el. Pintado con trazos finos sobre la tela, habia un rostro, el suyo, rodeado de flores. Todos reconocieron en el el pincel de Mani, y la tela se convirtio para los fieles en una reliquia venerada. Los que se acercaban para rozarla, respiraban el perfume que se desprendia de ella, una mezcla de aloe, ambar, nenufar y almizcle tibetano que el propio Mani habia compuesto.

?No dijo el un dia que en los Jardines de Luz todo seria perfume y color, que nada seguiria siendo substancia?

En la comitiva de Mani reinaba una atmosfera de fiesta apacible, aunque en ella se abordaban permanentemente temas austeros. Todos se sentian obligados a cultivar un arte, a menudo la musica y el canto, puesto que estos ocupaban un lugar de honor en el pais sasanida, pero tambien la poesia y, evidentemente, la pintura y la caligrafia a imitacion del maestro; el maestro, que les autorizaba a agruparse a su alrededor cuando tensaba la tela o apomazaba el pergamino, cuando preparaba barnices y colores e, incluso, cuando trazaba los contornos y se ponia a pintar. Nunca se dejaba distraer por la presencia de los discipulos, no parecia que sus miradas pesaran sobre su mano; y con frecuencia, mientras pintaba, se ponia a hablar y sus palabras se dejaban subrayar por sus pinceladas. Esos momentos eran los mas intensos y los discipulos hubieran deseado que se prolongaran hasta el Infinito; permanecian en el mismo sitio durante horas, conteniendo la respiracion por miedo a que se rompiera el encanto.

A pesar de que todos sus companeros le rodeaban de una muda veneracion, la presencia de Mani no era jamas opresiva. Si bien el hijo de Babel pedia a sus discipulos mas cercanos, sus Elegidos, aquellos a quienes un dia llamarian los Perfectos, que se consagraran al arte, a la ensenanza, a la meditacion, y que se deshicieran de toda posesion, repetia sin cesar que se podia ir a el sin abandonar el trabajo ni las propiedades, sin apartarse de las propias costumbres y modo de vida, a condicion de no perjudicar a las criaturas y de no dejar morir a los sabios.

– Asi pues -se escandalizaba un dia un disidente-, ?en tu religion hay dos morales?

Mani ni siquiera penso en negarlo.

– Hay un camino arduo que toman aquellos que aspiran a la perfeccion y un camino llano para el resto de los seres humanos.

– Pero si los dos caminos conducen a la salvacion, ?que ventajas tendre si elijo el camino dificil?