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Твен Марк - Las aventuras de Huckleberry Finn Las aventuras de Huckleberry Finn

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оксана2018-11-27
Вообще, я больше люблю новинки литератур
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Professor2018-11-27
Очень понравилась книга. Рекомендую!
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Vera.Li2016-02-21
Миленько и простенько, без всяких интриг
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ст.ст.2018-05-15
 И что это было?
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Наталья222018-11-27
Сюжет захватывающий. Все-таки читать кни
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Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 28


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Pan de borona frio, carne salada fria, mantequilla y leche con abundante nata: eso es lo que me tenian preparado abajo, y en mi vida he comido nada mejor. Buck y su madre y todos los demas fumaban pipas de maiz, salvo la negra, que se habia ido, y las dos mujeres jovenes. Todos fumaban y hablaban, y yo comia y hablaba. Las dos mujeres jovenes estaban envueltas en colchas y llevaban la melena suelta. Todos me hacian preguntas, y les dije que padre y yo y toda la familia viviamos en una granja pequena alla al otro lado de Arkansas y que mi hermana Mary Ann se habia escapado para casarse y no habiamos vuelto a saber de ella, y que Bill fue a buscarlos y tampoco habiamos vuelto a saber de el, y que Tom y Mort habian muerto y ya no quedaba nadie mas que yo y padre, y que el se habia ido consumiendo con tantos problemas, asi que cuando se murio me lleve lo que quedaba, porque la granja no era nuestra, y empece a remontar el rio con pasaje de cubierta y me habia caido por la borda y que por eso estaba alli. Entonces me dijeron que ahi tenia mi casa mientras yo quisiera. Despues se hizo casi de dia y todo el mundo se fue a acostar y yo me fui con Buck, y cuando me desperte por la manana, maldita sea, se me habia olvidado como me llamaba. Asi que me quede alli tumbado una hora tratando de pensarlo, y cuando Buck se desperto le pregunte:

—?Estas bien de ortografia, Buck?

—Si —respondio.

—Seguro que no sabes escribir como me llamo —le dije.

—Te apuesto lo que quieras a que si —contesto.

—Vale —dije—; vamos a verlo.

—G—e—o—r—g—e J—a—x—o—n, para que te enteres —dijo.

—Vale —respondi—, si que has sabido, pero no me lo creia. No te creas que es un nombre facil de escribir asi, sin estudiarselo.

Me lo apunte a escondidas, porque a lo mejor alguien queria que fuera yo quien lo escribiera, asi que queria hacerlo de golpe, y soltarlo como si ya estuviera muy acostumbrado.

Era una familia muy simpatica y la casa tambien era estupenda. Nunca habia visto yo una casa tan buena y con tanto estilo. No tenia un pasador de hierro en la puerta principal, ni de madera con una cuerda de piel, sino un pomo de laton para darle la vuelta, igual que las casas de la ciudad. En el salon no habia camas ni senales de ellas, aunque hay montones de salones en las ciudades donde se ven camas. Habia una chimenea muy grande, revestida de ladrillos por abajo, que mantenian limpios a base de agua y de frotarlos con otro ladrillo; a veces los lavaban con una pintura de agua roja que llaman tierra de Espana, igual que en la ciudad. Tenian unos hierros de chimenea de bronce con los que se podia coger todo un tronco. En medio de la repisa habia un reloj con la pintura de un pueblo en la parte de abajo de la tapa de cristal, y una apertura redonda en el medio para la esfera, y por detras se veia el pendulo que oscilaba. Daba gusto oir el tictac de aquel reloj, y a veces cuando pasaba por alli un quincallero que lo limpiaba y lo ponia a punto comenzaba a sonar y daba ciento cincuenta campanadas antes de cansarse. No lo hubieran vendido por nada del mundo.

Y a cada lado del reloj habia un loro muy raro hecho como de tiza y pintado de muchos colores. Al lado de uno de los loros habia un gato de porcelana y al lado del otro un perro tambien de porcelana, y cuando se los apretaba chirriaban, pero no abrian la boca ni parecian distintos ni interesados. Detras de ellos habia dos abanicos de alas de pavo silvestre. En la mesa, en medio de la habitacion, habia una especie de cesto precioso de porcelana que tenia manzanas, naranjas, melocotones y uvas, todo amontonado, y mucho mas rojo y amarillo y mas bonito que la fruta real, pero no era de verdad porque se veia donde habian saltado pedazos y por debajo la tiza blanca o lo que fuera.

Aquella mesa tenia un mantel de un hule precioso, con un aguila roja y azul y una cenefa pintada todo alrededor. Decian que habia llegado de Filadelfia. Tambien habia algunos libros, en montones muy ordenados a cada esquina de la mesa. Uno de ellos era una gran Biblia familiar llena de ilustraciones. Otro era el Progreso del peregrino, de un hombre que dejaba a su familia, pero no decia por que. De vez en cuando me leia un monton de paginas. Lo que decia era interesante, pero dificil. Otro era la Ofrenda de la amistad, lleno de cosas muy bonitas y poesias, pero la poesia no me la lei. Otro eran los Discursos de Henry Clay y otro la Medicina en familiadel doctor Gunn, donde decia todo lo que habia que hacer si alguien se ponia malo o se moria. Habia un libro de himnos y un monton de libros mas. Y habia unas sillas de rejilla muy bonitas, y ademas muy resistentes, no hundidas por el medio y rotas, como una cesta vieja.

En las paredes tenian colgados cuadros sobre todo de Washington y Lafayette y batallas y Maria reina de Escocia y otro que se llamaba La firma de la Declaracion. Habia algunos que llamaban pasteles, que habia hecho una de las hijas, muerta cuando solo tenia quince anos. Eran diferentes de todos los cuadros que habia visto yo antes: casi todos mas oscuros de lo que se suele ver. Uno era de una mujer con un vestido negro ajustado, con un cinturon debajo de los sobacos y con bultos como una col en medio de las mangas y un gran sombrero negro en forma como de cofia, con un velo negro y los tobillos blancos y delgados vendados con una cinta negra y unas zapatillas negras muy pequenas, como espatulas, y estaba inclinada pensativa sobre una losa de cementerio apoyandose en el codo derecho, bajo un sauce lloron, con la otra mano caida a un lado y en ella un panuelo blanco y un ridiculo, y debajo del cuadro un letrero que decia «Nunca volvere a verte, ay». Otro era de una senorita joven con el pelo todo peinado en tupe y hecho un mono y atado por detras a un peine grande como una espalda de silla que lloraba en un panuelo y en la otra mano tenia un pajaro muerto de espaldas y patas arriba, y debajo del cuadro decia «Nunca volvere a oir tu dulce trino, ay». Habia otro en que una senorita miraba a la luna por una ventana y se le caian las lagrimas por las mejillas, y en una mano tenia una carta abierta en cuyo borde se veia un sello de lacre negro, y se llevaba a la boca un guardapelos con una cadena y debajo del cuadro decia «Y te has ido, si, te has ido, ay». Calculo que aquellos cuadros eran de mucho merito, pero no se por que no me gustaban, porque cuando yo estaba algo desanimado siempre me daban canguelo. Todo el mundo estaba muy triste porque se habia muerto, porque le quedaban muchos cuadros mas por pintar, y por los que ya habia pintado se veia lo que habian perdido. Pero yo calculaba que con aquel estado de animo lo estaria pasando mucho mejor en el cementerio. Estaba pintando el que decian que iba a ser su mejor cuadro cuando se puso mala, y todos los dias y todas las noches rezaba para seguir viva hasta haberlo terminado, pero no tuvo la oportunidad. Era un cuadro de una muchacha con un vestido blanco largo, subida a la barandilla de un puente y lista para saltar, con la melena suelta a la espalda mirando la luna, con la cara banada en lagrimas, que tenia dos brazos cruzados sobre el pecho, dos brazos alargados por delante y dos brazos que se dirigian a la luna, y de lo que se trataba era de ver que par de brazos quedaria mejor y despues borrar todos los demas, pero como estaba diciendo, se murio antes de decidirse y ahora tenian aquel cuadro encima de la cabecera de la cama en su habitacion y cada vez que llegaba su cumpleanos le ponian flores todo alrededor. El resto del tiempo estaba tapado con una cortinilla. La muchacha del cuadro tenia una especie de cara simpatica y agradable, pero a mi me parecia que tantos brazos le daban un aire un poco de arana.